Es raro, tener fe o creer en algo y no hacer nada. Si tienes esperanza, mueves el culo porque ves que hay probabilidad de conseguirlo. Si no fuera el caso, no haces nada.
Cuando surge en ti un sueño, un deseo o una meta, habrá mucha gente a tu alrededor que aunque quizás no tiene sueños, sí que les de placer ayudarte a cumplir los tuyos y eso, también es un propósito o una misión: ayudar al prójimo. Es aportar, de corazón.
Todos contribuimos, influyendo más o menos en nuestra escalera de vida. Hasta el simple hecho de no asistir a un evento ya mueve la emocionalidad de alguien que echó en falta que no estuvieras.
Todo propósito por muy pequeño que sea es importante, porque hace que a la larga, al movernos todos por pura evolución, veamos lo innegable: la fe vive siempre vive entre nosotros y nos lleva a movernos y a sacar lo mejor de nosotros y de los de alrededor