Sin la mentalidad ganadora, ni acabas sentado/a en aquella mesa, ni jugando a las cartas, ni observando a los demás con determinación. Era la hora y el momento... Iba a poner toda la carne en el asador. Me extasiaba.
No se puede tener miedo si confías en el tablero y si tienes claro que tú, solo apuestas a ganar, sino, no inviertes ni tu tiempo, ni tu dedicación. No hay más posibilidad que la de dar, ganar y obtener lo mejor. Una verdadera, jugada maestra.
Muchos no consiguen lo que quieren por falta de fe, por pereza y por no valorarse y es en esa apuesta, donde el universo se pone a tu favor o no. Yo no dejo ningún cable suelto, si apuesto, apuesto fuerte, porque me gustan los retos y porque sé que hay desafíos, que no están hechos para flojos. Al final solo uno/a decide cuán lejos está dispuesto/a a llegar y aunque es respetable, si fuera fácil, cualquiera podría hacerlo.
Me quedaba una carta, y era la de mi destino y han sido las decisiones que he tomado las que me han acercado a conseguir lo que quiero.
Voy con todo porque es ahí donde dejo de poner excusas y me hago responsable de dar lo mejor de mí y si el otro/a no está a la altura, lo lamento. No todos consiguen seguir el ritmo.
Muchos empiezan una carrera para evolucionar pero pocos llegan a la meta y es ahí, donde se ve realmente cuánto deseas algo.