A diario, la oscuridad llama a la puerta y se le abre por varios motivos. Ale, pasa. Su caos te distrae y te saca de tu bienestar. Solo hay una manera de cerrarle la puerta y es voltear tu mirada a aquello que te ilumina. ¿Qué pasión hace brillar tus ojos como un eterno enamorado? ¿El deporte, ir en moto, el arte, la danza, la fotografía, la cerámica, el teatro, viajar, formar parte de un proyecto, el chocolate quizás, cantar, navegar…?
Si conectáramos más con el positivo y con la responsabilidad de cuidar aquello que nos hace bien y no tanto con el dolor, la queja y las catástrofes…Nos regularíamos mejor. Pero no, es más fácil, ceder, conectarse con la adicción al sufrimiento y abrir el canal o la puerta de la oscuridad cuando hay una hermosa vida que vivir llena de pasión. En el momento que dejas de mirar el positivo, el negativo toma el control, sacando lo peor de ti.
«Llena de oscuro petróleo, de tristeza, de sufrimiento y de injusticia que no me pertenecía, entendí que no formaba parte de mí, que solo podía hacerme cargo de mi entorno más cercano y que solo yo podía cerrar el grifo que hacía de mi agua clara interna, una cloaca llena de mierda ajena. ¿Qué me hizo cerrar el grifo y poner límites? El deseo de tener aguas limpias y estar sana. Y es en ese deseo, donde la luz me guio para conectar con mi pasión.»