Muchos creen que por no estar listos/as, no pueden empezar algo. Un chef no está listo, hasta que se prepara para serlo y para eso, empieza con lo que tiene, luego ya perfila, sobre la marcha. Será una experiencia tras otra, un ensayo y error de cada plato, la que a la larga le lleve a ser alguien preparado en cocina. Uno no nace enseñado/a. Debe estar dispuesto/a a entrenarse.
La posibilidad solo se abre para quien hace y deja la pereza a un lado, para quien le echa morro, fuelle y ganas y eso, en este siglo, es un regalo. Nunca estamos realmente preparados para algo, pero si estamos abiertos a aprender, ya tenemos algo que los demás no: la oportunidad de alcanzarlo.
Así que primero empieza, con pequeñas acciones, y luego con el tiempo, con voluntad y perseverancia, la preparación llega.
En mi caso, mis preguntas fueron clave para evolucionar:
¿Qué quiero ser? Empresaria
¿Qué necesito para llegar a eso? Aprender sobre administración financiera, ventas, marketing, tener buena salud para sostener el timón y tener claro qué quiero lo mejor para mi cliente.
¿Cómo consigo ese conocimiento? A través de experiencias, de escuchar al cliente, de observaciones, de optimizar y de acudir a mentores más evolucionados.
¿Qué pieza es clave para alcanzarlo? Mover el culo, abrirme a aprender y no rendirme por muchas retos que pongan a prueba mi fe.