No soy valiente, soy mujer que puede creer sin tener que ver, con algo, llamado fe. Ella es la única que me mueve a alcanzar mis metas. ¿Y eso cómo se consigue? Conectando con la intuición. Me podrías tapar los ojos con una venda y aun así, leer enseguida quien puede estar, ya sea por sonido o por olor.
En un margen de treinta segundos, ya tengo la información de las personas que hay, de sus movimientos (si son lentos o si son rápidos) del patrón que siguen y de su punto ciego. ¿Cómo lo sé? Porque activo los otros sentidos.
Además, dentro de esa no visión, puedo valorar qué me da buen rollo y qué no. Divido todo en oscuridad buena y oscuridad mala. A la mala la destruyo, eso no hay otra opción pues entorpece mi camino, y la buena la inspecciono. Quizás esconda una bendición detrás.
Hago uso de los demás sentidos ante una falta de visión y tiro mano de ello para seguir mis proyectos, no por valentía, sino porque detenerme sería un atraso y una perdición. Se me hace bola no seguir una corazonada positiva. Es como sentir una oportunidad y no cogerla… No negociable.
«El universo te quitará la vista en un momento clave, llevándote a la oscuridad más profunda y esa será tu prueba, seguir caminando a pesar de la ceguera confiando solo en lo que te dice el corazón, porque será la única guía que te lleve, a volver a ver, la luz. El reto no será ser consciente de la oscuridad sino volver a conectar con el corazón, porque su fe es la estrella del norte de todo navegante.»