Las sirenas en la mitología griega, tenían un poder enorme, conseguían llevarse a los marineros a las profundidades marinas. Sin embargo, si uno/a es como Ulises y posee cierta inmunidad, puede darse cuenta de que hay sirenas con cantos positivos y otros, negativos. Los tristes te llevarán a la oscuridad y los evolutivos o positivos a conectar con tu parte sana y feliz. Esa ha sido mi gran prueba. Porque la llave era, escuchar solo los que me hacían mejorar. Solo así pude salir de ese mar emocionalmente bravo.
Me ha costado muchos años aprender (y sigo en ello) a educar mis sentidos. Abría el portal de la vista de tal forma que positivo y negativo entraban por la puerta como Pedro por su casa y absorbía lo bueno pero también toda la mierda del mundo, haciendo que mi mundo interno acabara perturbado . A día de hoy, todavía entra por otros canales como el sentido auditivo, pero consigo con una escoba, echarlo de mi mundo emocional como si fuera polvo que ha invadido una casa, regulándome siempre que puedo.
Parece curioso cómo nos nutrimos de tantos estímulos que no solo llegan a través del sentido del gusto, sino del olfato, del tacto, la vista, el sonido obligándonos a elegir como en una gran carta qué permanece y qué no. Como alguien decida empacharse de estímulos, tiempo después enferma sin saber por qué y es porque hasta en un gran banquete es importante alimentarse bien pero con límites.
Aquí la pregunta es: ¿Cuáles son tus límites? Solo ellos serán los que cuiden de tu bienestar.