No hay nada más peligroso que alguien que se mueve. ¿Por qué? Porque da igual lo que le digas. Sin dudas y con una certeza y confianza absoluta, galopará con el viento campo a través con la potencia de un huracán, hacia su destino. Ha cultivado tanto amor, que es justo eso lo que le hace ver el final, su propia meta personal y aunque la intentes frenar, su cabezonería te arrasará o te apartará de su trayectoria, sople el viento que sople.
Son nuestras decisiones, las que determinan llegar o no a la prosperidad y cada día tendremos que decidir entre varias posibilidades y elegir siempre la misma: continuar y avanzar. Será esa decisión la que marque la diferencia, porque no tenemos otra cosa mejor que hacer, que tener una vida extraordinaria llena de aprendizajes a base de galope.
Hay un refrán que me gusta mucho que es «oveja que bala, pierde bocao» y esta frase refleja con exactitud cómo mientras otros hablan y hablan y eso les limita porque se quedan quietos y no mueven ficha al distraerse y entretenerse, otros en silencio dan cada día un pasito más, haciendo que sus acciones a lo largo del tiempo muestren su verdadera esencia: su voluntad.
Seamos imparables, y seamos movimiento.
Seamos el caballo más potente de nuestro linaje y decidamos siempre nuestra buena suerte.